Orquestando Distracciones

Me llama mucho la atención eso que se suele decir cada vez que algo que no sea la mala gestión de nuestro gobierno, la corrupción, los recortes, rescates, la Merkel, los mercados o cualquier derivada similar llena portadas de la prensa y monopoliza tertulias de cafetería, barra de bar y redes sociales. Me refiero a esas sentencias del estilo a: “han conseguido lo que buscaban, distraer la atención de lo que realmente importa”.

Está claro que a veces hablamos de cosas que no son “lo que realmente importa” (por suerte, yo lo hago a menudo), lo que me choca es que esto se vea como un triunfo político de alguien. Quizás es porque yo soy raro, pero el hecho de que no me pase el día queriendo hablar, leer y escribir sobre las cosas que apestan en este país, no significa que se me olvide que existen.

Algo de esto hay, por supuesto, en el fútbol. Ya he tocado el tema más veces, no recuerdo si por aquí, pero en Twitter seguro que sí. Siempre hay voces que señalan que el fútbol es el circo con el que nos distraen de la mierda que nos tiran. Y no digo que no haya algo de verdad en eso, pero sí digo que no es efectivo. Al que no le moja este chaparrón de lluvia ácida socio-política, le mojaría igual de poco si en vez de con el fútbol se tuviera que entretener mirando a las musarañas y cazando gamusinos. Y al que sí le moja, no se le olvida por el hecho de que su equipo gane o pierda. Sólo desconecta un rato... pero coño, es que no desconectar con algo me parece un ejercicio de lo más insano. Normalmente, el tipo que se meta contigo por ver fútbol, será un gran aficionado a la lectura o al cine de autor, que si bien es un ejercicio de mayor exigencia intelectual, no deja de ser igualmente evasivo.

Si saltamos a otro plano más serio, también vemos algo de este rollo alrededor de la mayoría de manifestaciones, tras las que muchas veces se acaba hablando principalmente de si ha habido hostias o no, de quién ha repartido más, de si hubo buenos y malos, de yo qué sé, cosas que no son la razón por la que la gente se manifestó. Hay muchos que se entristecen al ver que esto ensombrece las razones de las movilizaciones y que es una maniobra orquestada para silenciar mediáticamente a una parte de la sociedad. De nuevo no digo que no sea así, pero, personalmente, dudo de la efectividad de este tipo de maniobras. Hoy por hoy, no dependemos de lo que digan las televisiones o los periódicos para recopilar información sobre lo que está pasando y a qué responde. Tenemos suficientes medios como para acceder a una gran pluralidad de opiniones y fuentes, incluso podemos ver cómo se cuentan las cosas que pasan aquí en el extranjero. Y deberíamos tener la madurez necesaria como para pasar por encima de las imágenes polarizadas que unos lados y otros ofrecen y ser capaces de extraer, al menos en parte, las verdades detrás de los titulares. Vamos, suficiente madurez como para reírnos de las portadas de La Razón, por ejemplo. Y poder hablar de ello sin olvidar que eso no es “lo que realmente importa”.

Hay otros casos de grandes maniobras de desplazamiento lateral que sí parecen funcionar, pero yo me inclino a pensar que ni siquiera en ellos se obra el engaño, sino que gozan del caldo de cultivo apropiado y lo usan en su beneficio. Pienso en los últimos movimientos del independentismo catalán, por ejemplo. Me da la sensación de que aquí hay un juego de manos que busca culpar exclusivamente a otros de algo que los mismos trileros han ayudado a hacer mal. Un juego de manos que parece estar funcionando, sospecho que porque, al margen de las dobles intenciones que oculta, el público estaba dispuesto a jugar de antemano, y eso era conocido. No sé si realmente lo que se vio en la Diada es mayoritario o no, aunque es obvio que es significativo, pero me niego a creer que toda esa gente se ha tragado el cuento que les intentan vender de que estarían mejor sin el resto de España porque los políticos malos son los “españoles” y no los “catalanes”. Al final, si el tema cuaja, será porque hay otras razones por las que una parte de los catalanes quieran poner una frontera más en esta extraña Europa nuestra, pero no porque se crean un cuento que sirve al único propósito de salvar el pellejo de algunos de los cómplices locales del contexto social en que vivimos. O eso quiero pensar.

Comprendo el cabreo de algunos cada vez que se percatan de cualquiera de estas maniobras disuasorias y de escapismo, de mayor o menor envergadura y con mayor o menor fondo, que abundan en estos días inciertos (en que vivir es un arte), pero quiero creer que estamos por encima de esos artificios y que sabemos reconocer las mentiras y los velos. Y si acabamos  cayendo en la dirección hacia la que intentan llevarnos, creo que es más sensato buscar los motivos o las culpas en lugares distintos a sus manipulaciones, porque es muy probable que los haya. Acertados o no, es otro tema.

1 comentarios:

Un Ingmar cualquiera dijo...

El cine de autor: más datos sobre cuál es ese cine, por favor.
Hasta ahora, estaba el Western, el cine de arte de ensayo, el peplum,... incluso el porno gay.
Pero siempre creí que toda película tenía un autor, o varios. Parece ser que las cosas ya no son como antes. Todo cambia, nada permanece...
A partir de ahí, supongamos que el autor del post se refería al cine aburrido. Decir que ver una peli de este tipo de cine requiere un esfuerzo mayor que un partido de fútbol es de las mayores verdades que he escuchado en mi vida.
Y es que uno se descuida y cae dormido. Y al final de la peli, hay que ver cómo le miran a uno sus amigos gafapasta ("mira que no emocionarse con el plano fijo de 17min. en el que un gato duerme al fondo mientras se observa en primer plano la mano muerta de una sensible y fea mujer kazaja, aunque muy atractiva de corazón...".
Un auténtico ogro sin sensibilidad. Efectivamente, está Adolf Hitler, el asesino de la madre de Bambi y el hijoputa que se queda dormido.
Enhorabuena, hace falta gente que abra los ojos a la sociedad!!
Sigue peleando por destapar la estupidez de la intelectualidad de pacotilla.